En la galería de la casa de Rocío Teruel, sobre una gran mesa de madera, aparecen unos círculos cubiertos de tela y tejido de diferentes tamaños. Llaman la atención y a simple vista, no parecen ser lo en realidad son. Bastan solo unos segundos para que el esposo de Rocío prepare y cuelgue estos elemento circulares. Como si fuera obra de magia, todo cobra sentido. Estamos frente al emprendimiento de hamacas que confeccionan de manera artesanal las manos de siete madres. Ahora sí que nos dan ganas de columpiarnos. “Es la idea, nuestro mejor marketing es que la gente las vea, las pruebe y tengan la experiencia de sentirlas”, dice Lila Juárez.
Esta es la historia del proyecto comunitario Hamacas, que llevan adelante las madres de la Escuela Waldorf de Tucumán, el jardín de infantes Los Farolitos y la primaria El Laurel.
Quienes son
En 2015 la escuela abrió sus puertas como Comunidad Waldorf El Faro, una asociación civil sin fines de lucro. Ese mismo año, Carolina Guchea volvía a la provincia con un proyecto entre sus manos. “Vivía en Capilla del Monte, en Córdoba. Ahí nació mi hija y juntas formábamos parte de una comunidad en la que había mujeres que hacían hamacas artesanales y aprendí para generar un ingreso económico. Cada vez que volvía a Tucumán, las ofrecía y las vendía”, cuenta. En Córdoba, su hija ya había iniciado en una escuela que tenía la pedagogía Waldorf. “Siempre en la escuela se fomentan impulsos económicos comunitarios. Y ahí surge la idea de ofrecer que las hamacas sean un producto de la escuela”, enfatiza.
A partir de ese momento, comenzaron a dar talleres para que las familias aprendieran el oficio y que el producto pasara a formar parte de la escuela. “Ya no era algo mío. Ahora las ganancias iban a la institución. Después de algunos encuentros, los discípulos superaron al maestro. Las mamas se entusiasmaron, buscaron y empezaron a producir un gran camino de creatividad, diseños, colores”, manifiesta.
Siete madres comprometidas
El grupo de las emprendedoras de hamacas creció y se consolidó. El equipo vigente está formado por Bárbara Kortsarz Hillen, Julieta Lopez Talavera, Mariela Brandolin, Pierina de Lourdes Pignataro, Valeria Plaza, Teruel y Juárez. Son las que llevan las riendas del proyecto de hacer las hamacas de manera artesanal con neumáticos reciclados, telas, totora y argollas reforzadas; y se venden en ferias para aportar al sostén y crecimiento del proyecto educativo.
“La escuela es autogestiva, se basa en la pedagogía Waldorf. Se divide en comisiones y nosotras estamos en la de eventos. Nos juntamos y aprendimos a hacer estas hamacas. Hicimos una cantidad y las colgamos en la escuela -en ese momento estaba en El Corte-, y la misma comunidad empezó a preguntar para comprarlas. Ahí repensamos el concepto como un ingreso fuerte”, explica Brandolin. La idea principal era ofrecer los productos en ferias que se organizaban. “Desde allí, el grupo de trabajo se fortaleció y todos los años invitamos a que se incorporen madres nuevas”, asevera. Hoy se pueden conseguir en las ferias Sos Tierra, Lola Mora y La Caracola; en locales comerciales como el Multiespacio Orygami y en la tienda virtual de Instagram @losfarolitoswaldorftucuman.
Paso a paso
Las hamacas son únicas, de colores muy llamativos, bien pintorescas y realmente originales. El trabajo está sistematizado, organizado y muy bien planificado. En cada encuentro se afianzan los lazos de común unión entre las madres, ya que más que un trabajo detallan que lo vivencian como un encuentro enriquecedor. “Cada hamaca resiste un peso máximo de 70 kilos y está recomendada a partir de 0 año. Reciclamos neumáticos de motos y la mayoría de las telas son donaciones”, dice Brandolin.
Además cuenta que el armado de las hamacas se realiza en dos horas. La cubierta lleva un alambrado, que ajusta a las dos argollas de donde se la cuelga. Luego lleva un entelado (con tela reciclada) y por arriba se coloca la tela definitiva. Utilizan jersey elastizado y seleccionan colores típicos del arco iris. El tejido se lo engancha con totora en un proceso como de embarrilado alrededor de toda la base. Y finalmente se hace un control de calidad. “Las probamos entre nosotras, con nuestros hijos. Las revisamos; si algo no están bien, las volvemos a armar. Su presentación es con bolsas que armamos con friselina. Incluso incorporamos muñecos de vellón. Se convirtió en un clásico. Ahora ya nos hacen pedidos con colores específicos y del tamaño que los clientes nos piden”, especifica.
Un proyecto en comunitario
Mariela forma parte del grupo desde 2019 y recalca que es un proyecto económicamente rentable para la escuela (recibe el 100% de la venta) y es autosustentable.
“Es una invitación para poder formar parte de un proyecto que genera amistad, compañerismo solidaridad para con el otro. Se forma una comunidad y se trabaja de esa manera. Se armó un grupo muy lindo. No hemos tenido contratiempos y genera un buen ingreso. Recibimos una buena respuesta de la gente”, detalla.
Por su parte, Rocío ingresó hace cuatro años entró a la comunidad Waldorf con su hija más pequeña a jardín. “Desde ese momento me gustó. Somos una comunidad que se solventa por sí misma; por ese motivo hacemos eventos ya sea externos e internos para recaudar fondos. Nuestra función no solo es recaudar dinero sino también hablar de la escuela hacer que más gente la conozca, sacar dudas ya que la pedagogía Waldorf es una educación alternativa”, agrega.
“Yo me incorporé hace cinco años, cuando mi hija entró en la escuela -comenta Kortsarz Hillen-. Formé parte de distintas comisiones. Con este proyecto queremos aportar un equilibrio al medio ambiente porque es eco-friendly, y ayudamos a familias a pagar las cuotas con estos ingrsos”.
En un folleto de difusión, hablan sobre las ventajas de tener una hamaca como beneficioso para el desarrollo y crecimiento en la infancia. Según estudios, el movimiento es acción y estímulo. Cuando nos movemos, se producen conexiones neuronales permitiéndonos tomar consciencia del cuerpo que sentimos. Movernos, hamacarnos y jugar permite a los niños y niñas crecer de manera armónica y saludable.
“Hay muchos proyectos a futuro, sobre todo que la gente de Tucumán pueda conocer y acercarse a la escuela y conozca la pedagogía Waldorf”, sintetiza Brandolin.
(Producción periodística: Gianna Camarda)